domingo, 21 de junio de 2009

El Alquitranador Mutante (Vacaciones en Cedeira I)



Ayer nos juntamos a comer en mi casa con mis titos para luego ir por la tarde a ver el Parque Arqueológico de Carranque (con la que estaba cayendo, ya nos vale, pedazo chicharrera que nos chupamos). Y mientras nos tomábamos nuestro habitual vermú en la cocina, Mariví me dijo que tenía que contar aquí nuestras peripecias en aquel mes que pasamos en Cedeira todos juntos, que eso sí que era para revivirlo. Asi que dejo lo de la excursión a Carranque para un poco más adelante (y que contaré con muchos pelos y muchas señales) y procedo a entrar en la primera parte de nuestras emocionantes aventuras por tierras galaicas, un mes de agosto de 2001.

La pena es que por entonces no contábamos con cámaras digitales. Una lástima, porque la casa que alquilamos en Cedeira para pasar aquel mes era alucinante. Dos plantas, cocina con salón, otro salón adicional, cinco dormitorios, dos baños (uno con bañera redonda), sala de lavadora y plancha y una terraza superior para tender bastante hermosa. Además tenía una finca posterior del tamaño de casi un campo de futbol, en la que lucían esplendorosas varias plantas de kiwis que a mi gordita rellena, que tenía entonces casi tres años, le daban mucho "tusto". Y una mesa con un banco a cada lado para comer a la sombra de los árboles. Vamos, lo más parecido al paraiso vacacional. Estaba a unos 5 kilómetros del centro de Cedeira y de la playa, en medio de un pequeño montecito y nos rodeaban otras fincas similares con vaquiñas, huertos y gallinitas a montones. Muy bonito todo.



Para acceder a la casa había que tomar una carretera muy típica de la zona, de esas sin rayas ni enmedio ni a los lados, con curvas ciegas en las que hay que pitar para que no te arrolle un posible coche bajando de frente y árboles tremendos a ambos lados con ramas tan enormes y con tanto peso, que caían hacia la carretera casi haciendo túnel en algunas partes del recorrido. Justo enfrente de la casa, al otro lado de la carreterilla y un poco a la izquierda, había un edificio bastante grande y abandonado, verde de arriba a abajo, que nos llamaba mucho la atención. Valientes y osadas como somos las Moreno, una tarde nos acercamos a ver que era y descubrimos que se trataba de una antigua escuela abandonada, con la maleza casi tapando los escalones de entrada y llegando ya a la altura de las ventanas de la planta baja. "Uy, qué mal rollo" decía mi hermanísima "esto en invierno y con tormenta debe ser de película de terror".

Un día, bajando a la playa por la mañana, descubrimos que estaban haciendo obras en la carreterilla, casi en el cruce con la carretera del pueblo. Y de pronto apareció. Estaba allí, plantado en medio del asfalto, vestido con un mono de color indefinido (o chichimona, que decía mi abuela), las piernas abiertas, gafas de protección, mascarilla renegrida, orejeras para el ruido y un artilugio colgado en la espalda del que salía una especie de tubo que sostenía en el mano. Era como el de la Matanza de Texas pero en gallego y lleno de alquitrán. Ostras, ostras, dijimos todos, ¿pero qué demonios es esoooooo? ¿y esta pesteeeeee? ¡¡alquitrán!! ¡¡mierda, están alquitranando!! ¡¡cerrad las ventanillas y las narices!! Vosotros diréis lo que queráis, pero para mí que ese tío nos mira feo... Pasemos despacio, no nos llene de mugre... Joer, si no se le ve la cara... Claro, con la peste ha mutao, por eso se tapa... Debe estar lleno de pompas...Que nos mira mal, que os lo digo yo, fijaos que no se aparta... Sooo, Manolo, sooo, a ver si le atropellas y nos maldice o algo...Que da miedo el tío... ¡¡Venga, aprovechemos, que se ha hecho a un lado, corred, corred!!....

Correr, no podíamos mucho, en dos coches y con la carretera en obras, pero os juro que aquel sujeto era cuando menos, inquietante. No nos quitó la vista de encima hasta que torcimos a la derecha y le perdimos en lontananza. Durante dos o tres días le estuvimos viendo en la carretera. La misma pose, el mismo descaro mirando, la misma cara oculta tras kilos de alquitrán y todos los inventos que llevaba puestos. Un ser extraño y sobrenatural. Le bautizamos como El Alquitranador Mutante. Jamás un nombre fué tan apropiado.



Y hete aquí que una noche, mientras cenábamos en el pueblo y nos poníamos como el tenazas a base de caldo gallego, pulpo y otras delicias culinarias, se desató un tormentón como sólo se ven en Galicia y cerca del mar. Los rayos rompían el cielo en dos y los truenos hacían retumbar hasta los cristales. Decidimos pagar y subirnos a casa antes de que la tromba de agua comenzase a caer. En el coche de delante, mi hermanísima, mi cuñado, mi primo David y mi hijo mayor. Detrás, Mariví, Manolo, mi gordita, mi costilla y yo. Cuando íbamos a tomar la carretera de salida del pueblo rumbo a la carreterilla del monte, se nos cuela por medio un dos caballos cochambroso conducido por un abuelo, que se pone a 20 por hora y sin hacer intención de modificar la velocidad. La lluvia empezó a jarrear de una forma espantosa. Casi no veíamos ni dos metros por delante. Las luces de Cedeira que se van al garete. Apagón total. El viejo a lo suyo. Nosotros jurando en arameo. El coche de mi cuñado, suponíamos, había seguido para delante. Casi nos pasamos la entrada porque no se veía practicamente nada.

Tomamos la carreterilla con bastante prudencia y despacito, porque aquello comenzaba a parecerse muy mucho a una peli de terror de serie "B". La humedad salía del suelo en forma de bruma, provocando una niebla de jirones que se levantaban frente a los faros de coche. Las ramas de los árboles nos tocaban el techo y se movían como locas por efecto del vendaval.
- Ya verás. Ahora aparece el Alquitranador mutante en medio de la carretera.
- Vete al guano, Mariví.
- Hombre, si éstos han llegado ya, estará la puerta abierta y no nos empaparemos.
- Eso si no se los ha comido el Alquitranador.
- O los fantasmas de la escuela abandonada.
- Estáis las dos mu tontas, me parece.
- Calla y conduce, Manolo y echa el seguro a las puertas.... Oye...¿qué es eso?...¿no son los faros de detrás de un coche?... Leches, si es el coche de Jose...
- ¿Y qué hace ahí parado en medio de la carretera, el muy memo? ¿Se habrán quedado tirados?
- ¡¡¡Se los ha comido el Alquitranador!!! ¡¡¡Seguro que el coche está vacío y con las llaves puestas!!!
- A ver si os voy a tener que dar un par de yoyas, vaya dos....
- Frena, Manolo, frena, que parece que están dentro...
- Sí, nos miran y nos saludan...
- Para que nos acerquemos, ahora son zombis comecerebros..
- Yoli, calla, bonita...

Al ver que estábamos justo detrás, Jose arrancó y seguimos rumbo a la casa. Cada vez llovía más, los rayos iluminaban todo el campo y los truenos se sentían hasta dentro del coche. Todo estaba oscuro, tétrico a más no poder, os aseguro que daba bastante miedo. Aparcamos delante de la casa y Almu se bajó y abrió la puerta para que los demás echásemos a correr hacia el interior. Ya dentro, nos explicábamos y nos quitábamos la palabra unos a otros:
- Pero bueno ¿se puede saber dónde demonios estábais? ¡Anda que no habéis tardado!
- Un yayo medio lelo que nos traía a veinte... Madre mía qué forma de llover...
- Joer, si casi nos pasamos la entrada...
- Y nosotros, cómo está la carretera ¿verdad?. Da miedito. Por cierto ¿y vosotros que porras haciáis parados ahí en medio?
- Esta bien, lo confesamos... que nos daba susto venir solos. Pero mucho susto, la verdad... Con la tormenta, la escuela abandonada, el Alquitranador...
- ¡¡No me digas que lo habéis visto!!
- No, no, quita, quita, sólo nos lo imaginábamos....
- Y nosotros pensando que os había comido, que por eso estábais parados...
- Pues mira, yo por ese lado estaba muy tranquilo - dijo David mientras se acomodaba en el sofá - Como el malo, habitualmente, suele masacrar a los que vienen detrás...

1 comentario:

  1. A los que vienen detrás, dice. Amoshombre. Si todos saben que los primeros en caer son el negro tonto y la rubia...

    ResponderEliminar