viernes, 26 de junio de 2009

El Ken Muletones (Vacaciones en Cedeira II)

A nadie más que a mi primísimo osete David se le ocurre irse en Semana Santa a los Mallos de Riglos, ponerse a subir laderas como De la Quadra Salcedo y partirse un tobillo por tres sitios. Pues eso hizo aquel 2001. Así, sin anestesia ni nada. El resultado, evidente: operación y labor de ferretería en el tobillo maltrecho, dónde le colocaron tornillos y chapas a cascoporro. Y ahí le tenemos todavía, pitando por todos los aeropuertos, bancos y museos.

Cuando llegó agosto estaba todavía bastante cojo. Tenía que usar muletas para todo y nada de apoyar el pié pocho. Y de baja, claro. No debía irse a lejanas tierras galaicas, pero se vino. Eso sí, con el desvío del teléfono de casa al móvil por si llamaba alguno de sus jefes a interesarse. Para colmo nuestro caserón alquilado tenía dos plantas y un tramo de escaleras recto pero puñetero, por lo que optó por una solución de compromiso para evitarse mamporros adicionales: alguien le subía las muletas y el lo hacía sentado. Vamos, que lo de ir de culo se le daba de perlas. Para bajar también. Y como él ha heredado la mala milk de las Moreno al despertar, por las mañanas era para verle bajar, con los ojos pegados, de culo y renegando en arameo.

Lo del equilibrio era de traca. David es un tipo bastante grandote, por lo que se bamboleaba que daba gusto por todas partes. Se escoraba de babor y estribor cual barquito velero en marejada atlántica, vamos. Así que,con mucha guasa y rechifla, le rebauticé como el Ken Muletones, el único muñeco que se cae por rincones. Marca registrada. Made in Spain.

Ahora, lo mejor de todo era lo de ir a la playa. A David le encanta bañarse, incluso en aguas tan frías como las de aquellos lares y no perdía la ocasión cada tarde de hacerlo. Primero el paseo del coche a la playa, que eran apenas 50 metros, pero que a él se le hacía la Maratón de Nueva York. Luego se aposentaba cual Buda lesionado sobre una toalla mientras los demás montábamos a su alrededor el chiringuito de sombrillas (todos menos Manolo, que aborrece la arena en todas sus expresiones y huía rumbo al chiringuito dejándonos a merced de los elementos). Y en un determinado momento, sin previo aviso decía que se iba a bañar. Señoras, señores.... ¡el espectáculo va a comenzar!

O bien su madre o bien mi hermanísima o bien yo (o todas, porque aquello merecía la pena verse) le acompañábamos a la orilla. Pero como andar por la arena con las muletas es un tarea pelín "jodidilla", optaba por ir a cuatro patas o más bien a dos manos y dos rodillas. Arf, arf, arf, iba haciendo el muchachote rumbo al agua que para más inri siempre le pillaba con la marea baja, la puñetera. Nosotras animábamos con alborozo: ¡hala, David, que ya llegas! ¡machote, machoteee, machoteeeee! ¡venga, que no se diga, ánimo, ánimo! ¿por qué no os vais todas a hacer puñetas, ricas? Uy, que arisco eres primo, eso van a ser los antiinflamatorios, que te agrían el carácter...

Entonces llegaba al agua. Esas olitas que le empiezan a subir cuerpo arriba. Ese David que se va quedando sin respiración y hace ruidos extraños tipo arg, uf, urghhh, mierrrrda, bof, bof, bof. El agua que alcanza la tripa. AAARRRRGGGGHHHHH. Relaja, David, relaja, no luches, relaja. Por fín quedaba casi cubierto y pasito a paso (de sus cuatro patas) y luego nadando iba yéndose hacia el fondo para flotar cual boya feliz y chapotear un poco. Allí le dejábamos y volvíamos a las toallas a seguir charlando de nuestras cosas. De vez en cuando mirábamos hacia la cabecita flotante que iba y venía tipi, tipi, tipi por encima del agua. Hasta que se veía levantar un brazo allá en lontananza que saludaba. Mira, nos dice hola, qué majo. Y las tres saludando al unísono ¡¡holaaaaaaaaa!!. Pues insiste el tío, mira qué arte, qué bien mueve el bracito. La pierna será una patata pero el brazo está muy sano. Oye, que no para... ¿le habrá dado un calambre?.. Anda, a ver si lo que quiere es salir, vamos, vamos...

Y allí volvíamos con las muletas en la mano, para que no se pusiera como una croqueta en el camino de vuelta. Salía de nuevo a cuatro patas, ligeramente morado, con los dedetes arrugaditos y refunfuñando algo sobre la ceguera congénita de sus familiares femeninas. Eso sí, decía que se lo había pasado bomba.

Lo del Ken Muletones se lo recordamos muy a menudo y nos vuelve a dar la risa floja. Creo que la imagen de David entrando en el agua de esa guisa va a pasar a los anales de la historia. Lástima de cámara digital, demonios.

3 comentarios:

  1. Si es que, cómo sois... el pobre hombre que no sabía cómo llegar al agua y cómo salir y vosotras venga a reiros de él. Y no contentas con el cachondeíto del momento, se lo recordáis "muy a menudo" y os entra la risa floja. Ten primas para esto..

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  2. Muy bien, sobrinisima. He llorado de la risa, como siempre que recordamos a Ken Muletones y al Alquitranador Mutante, incluso me has recordado pequeños detalles de esos que ese señor aleman con tan mala leche se empeña en que me olvide.
    En cuanto se recupere el Oso del sopor en el que esta sumido, despues de tres dias de fiesta y despendole a tope (fiestas de Tres Cantos)se lo enseño para que lo lea. Son las 8 de la tarde, asi que seguro que de un momento a otro amanece y abandona la osera dispuesto a despedir las fiestas como se merecen.
    Un besote
    La Tita Vi

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  3. Uf, si antes lo digo antes se levanta.
    Ha salido de la osera dispuesto a comerse el mundo (!Party, Party...¡), y le he dicho: mira, tu prima ha escrito en "internete" la historia de Ken Muletones y el Alquitranador Mutante, ¿quieres leerlo? y ha dicho algo asi como !que graciosa es mi prima¡ un poco sarcastico el,
    ¿sera porque se acaba de levantar...?.
    La Tita Vi

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