lunes, 31 de agosto de 2009

Un regreso atípico

Esta mañana hemos vuelto de nuestras vacaciones en Almenara. Quince días de sol, vagancia, algunas visitas culturales (lo del teatro romano de Sagunto y su reforma me lo reservo para un post a todo color, porque es de traca) y coche hasta para ir a comprar el pan. Hemos tomado el sol y nos hemos bañado muchísimo, que las temperaturas acompañaban. Y aunque nuestra búsqueda de chiringuitos con tapas ricas ha sido poco fructífera, al menos la horchata estaba deliciosa.
Pero ayer, el volver de la playa, tenía un mensaje en nuestro móvil y otro en el de mi hijo. Mi amiga Mila me decía que la llamase, que no era urgente, pero que me tenía que decir una cosa. Y me eché a temblar. Generalmente este tipo de mensajes no traen ninguna buena noticia. Así fué. Mila me dijo que la madre de nuestra amiga Alicia había muerto de forma repentina e inesperada esa misma mañana. Hoy, en el tanatorio, hemos sabido que ha sido un infarto fulminante. Se me cayó el mundo a los pies, tanto por mi amiga como por los recuerdos que se me agolpaban detrás de los ojos. Otra vez en verano. Otra vez. Conocía a la madre de Alicia de siempre, desde el cole, y aunque en los ultimos tiempos apenas la había visto, a veces había hablado por teléfono con ella. Siempre vital, enérgica, llena de optimismo y fuerza, cariñosa, diferente, y sobre todo auténtica, interviniendo en montones de asociaciones vecinales y movimientos sociales de Getafe. Y ahora, encantada con sus nietos, viviendo una nueva vida a través de ellos.
Esta tarde hemos estado a acompañarla. A Alicia y a sus hermanas, María José y Ana. Allí estábamos los amigos de siempre, tratando de tragarnos la pena porque Alicia quiere ser fuerte y no llorar ni hundirse. Tratando, especialmente Mila, Dana y yo, de que no nos viese las pocas lágrimas que podíamos dejar caer sin que nos regañase. "Si lloras tú, lloro yo y no quiero". Sabemos que Alicia es fuerte, que tira para delante con lo que haya, pero por desgracia éste es un golpe que nos deja tambaleándonos durante mucho tiempo. Por experiencia sé que lo peor está por llegar, cuando la ausencia sea tan tangible que se convierta en un vacío insoportable. Pero también sé que el tiempo, aunque no cure las heridas, las va cubriendo de una capa de recuerdos que las hace más soportables. Vamos a estar con ella en cada paso que de, para que no tropiece del todo, para no dejarla caer. Porque somos sus amigos y la queremos. Siempre.

1 comentario:

  1. Mal final para unas vacaciones. Pero intentando sacar el lado positivo, me encanta -ya te lo he dicho alguna otra vez- como hacéis piña con estas cosas. Seguro que Alicia se siente arropada y, aunque no le sirva de demasiado consuelo, tener a los suyos a su lado lo hace un poquitín menos difícil. Besos.

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