viernes, 27 de noviembre de 2009

Una semana para olvidar

Al final ocurrió lo que esperábamos desde últimas horas del sábado pasado y mi suegro nos dejó el domingo, cuando al día apenas le quedaba una hora para terminar. Y esto supuso alargar aún más los trámites, la estancia en el tanatorio, aumentar el cansancio, prolongar la despedida. Lo mejor, dentro de la trsiteza general, ha sido que los cuatro hijos han aceptado con bastante entereza lo inevitable. La pena está, pero también la tranquilidad de que han hecho todo lo posible por él, estaban a su lado cuando se fué para siempre y le han despedido juntos, con toda la familia reunida.

Ahora, por primera vez en muchos meses, tanto mi costilla como mis cuñados se sorprenden de poder pensar en hacer algo diferente a cuidar del abuelo. Y espero de corazón que retomen las buenas costumbres cuanto antes, porque se lo merecen después de todo lo pasado. Ojalá mi cuñada Julia pueda, por fín, tomarse esos días que quedaron pendientes en verano para escaparse con su marido a conocer Mérida y Córdoba aprovechando que por ahora cumplen sus bodas de plata. Que mi otra cuñada, Encarna, descanse y aproveche el fín de semana en el pueblo de sus suegros y que camine y respire y vea el cielo abierto. Y que mi cuñado Fernando disfrute, después de aplazarlo dos veces, de la casita de madera en el Pirineo que tanta ilusión les hacía alquilar y que por fín podrán ocupar este puente que nos espera enseguida. Hasta mi marido sonrió el otro día cuando mi prima hablaba del cumpleaños de su hijo, que es ahora en diciembre, para decirle: "ahora ya puedes hacerlo cuando quieras, chata".

En ningún caso quiero que se me entienda que la muerte de su padre les ha supuesto una liberación, porque no es así. Simplemente llevaban desde abril entrando y saliendo de hospitales y residencia, haciendo malabares para que el abuelo no se quedara solo, encerrándose los fines de semana junto a su cama, quitándose horas al sueño y a su vida personal, ayudándole a comer, avisando a médicos y enfermeras, vigilando su medicación. Se merecen descansar también. Se merecen un poco de paz después de tanto sufrimiento.

1 comentario:

  1. Por mucho que se espere no deja de ser muy duro, aunque en el fondo tienes razón: la seguridad de haber hecho todo lo que te pedía el corazón os permitirá poco a poco volver a la normalidad. Os lo mereceis. Ya me parecía raro no saber nada de ti tantos días. En el fondo lo intuía después del último post. Lo siento mucho, ya lo sabes. Un abrazo fuerte fuerte.

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